‘Que se sepa’ – Roberto Roena y su Apollo Sound

El 11 de julio de 1969 el mundo cantó al unísono la cuenta atrás que lanzó al Apollo 11 al espacio. Por fin, tras pasarse la vida mirándose, la Tierra besaría la Luna. Ese mismo día, unos dos mil kilómetros al sur de Cabo Cañaveral, en algún local de Puerto Rico, tuvo lugar otro despegue histórico; el nacimiento de la nueva banda de uno de los genios de la salsa: Roberto Roena y su Apollo Sound.

Desde los años 40, el jazz había venido impregnándose de los ritmos y melodías afrocubanos y brasileños que llegaban con la inmigración latina a Estados Unidos. Una década después, Nueva York sonaba tanto a bebop como a rumbas, y el son se abría camino en una América que ya no podía seguir ignorando a la gigantesca vecina del sur que ahora cantaba en su cocina.

Los años 60 evidenciaron la fuerte presencia de una comunidad que, si bien seguía forzada a congregarse en los mismos barrios, utilizaba la música -su música- como una pasarela intangible para la que no existían kilómetros ni distancias de ningún tipo. Ni siquiera la Crisis de los Misiles con Cuba pudo frenar a la música latina pues, si los cubanos ya no podían, sería el turno de Puerto Rico y, más aún, de la salsa. En 1964, la creación del sello La Fania Records por el abogado estadounidense Jerry Masucci y el músico dominicano Johnny Pacheco -considerado el padre de la salsa- supuso, no sólo la promoción absoluta del género, sino su consolidación dentro y fuera del Caribe. El momento idóneo para que un boricua como Roberto Roena presentase su Apollo Sound.

A mediados de los años 50, Roena -aún un adolescente, pero ya trabajando como bailarín- empieza a formar parte de la nueva formación de Rafael Cortijo. El percusionista necesitaba un bongosero, y la posibilidad de un instrumentista que tocase el cencerro o el bongó mientras bailaba con las maneras de showman del chico, le pareció lo suficientemente buena como para enseñarle a tocar él mismo. Así, Roena permaneció en El Combo de Cortijo durante nueve años hasta el encarcelamiento de Ismael Rivera, cantante principal y una de las grandes voces de la salsa. Y aunque la ruptura de la banda se llevó a muchos de sus integrantes a otras orquestas, Roena se quedó con Cortijo y Puerto Rico, eso sí, decidido a montar su propia agrupación.

Los Apollo Sound eran grandísimos músicos venidos de las mejores formaciones salseras del momento. Y es que Roberto Roena supo muy bien de quién debía rodearse para tocar esa mezcla frenética de salsa, ritmos afrocaribeños, jazz y música anglosajona de principios de los 70, que haría de su conjunto una de las bandas más exitosas y rompedoras de la edad de oro del género. Oriza Eh, Guguancó del Adiós, El Escapulario, Traición, El que se fue o Tú loco loco y yo tranquilo, son sólo algunos titulares de la enérgica discografía de nueve volúmenes de Roberto Roena y su Apollo Sound.

Que se sepa empieza entonando; solfeando el inicio de la melodía. Se hace entender sin barreras y a través de la música, el lenguaje mudo que unió culturas antes que a las propias personas. La primera conversación de un pueblo de soñadores que dejaban su Caribe con la misma intención que el Apollo 11: conquistar aquel brillante satélite de rascacielos y promesas al que llevaban mirando durante años.

#CancióndelLunes

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